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Entonces Zebul se volvió contra él y preguntó:
—¿Y qué pasó con esa boca grande tuya que presume tanto? Acaso no fuiste tú el que dijo: “¿Quién es ese Abimelec y por qué debemos ser sus siervos?”. ¡Te burlaste de esos hombres, y ahora están en las afueras de la ciudad! ¡Sal a pelear contra ellos!
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Entonces Gaal marchó al frente de los ciudadanos prominentes de Siquem a la batalla contra Abimelec.
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Pero Abimelec lo persiguió, y muchos de los hombres de Siquem cayeron heridos por el camino cuando se retiraban hacia la entrada de la ciudad.
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Entonces Abimelec regresó a Aruma, y Zebul expulsó de Siquem a Gaal y a sus hermanos.
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Al día siguiente, la gente de Siquem salió a los campos para pelear. Cuando Abimelec se enteró,
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dividió a sus hombres en tres grupos y tendió una emboscada en los campos. Cuando vio que algunos hombres salían de la ciudad, él y su grupo saltaron de su escondite y los atacaron.
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Abimelec y sus hombres tomaron por asalto la puerta de la ciudad para impedir que los de Siquem volvieran a entrar, mientras los otros dos grupos de Abimelec mataban a la gente en los campos.
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La batalla duró todo el día, hasta que finalmente Abimelec tomó la ciudad. Entonces mató a los habitantes, redujo la ciudad a escombros y esparció sal por todo el suelo.
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Cuando los ciudadanos prominentes que vivían en la torre de Siquem se enteraron de lo sucedido, corrieron a esconderse en el templo de Baal-berit.
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Alguien le informó a Abimelec que los ciudadanos se habían juntado en el templo,
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entonces él llevó a sus tropas al monte Salmón. Tomó un hacha, cortó ramas de un árbol y se las puso al hombro. «¡Rápido, hagan lo mismo que hice yo!», dijo a sus hombres.