8
Así que preguntaron: «¿Quién de entre las tribus de Israel no estuvo con nosotros en Mizpa cuando nos reunimos en asamblea en presencia del Señor
?». Y descubrieron que ninguno de Jabes de Galaad había asistido a la asamblea.
9
Pues luego de contar a todos los presentes, no había nadie de Jabes de Galaad.
10
Entonces la asamblea envió a doce mil de sus mejores guerreros a Jabes de Galaad con órdenes de matar a todos los habitantes, entre ellos mujeres y niños.
11
«Lo que harán —les dijeron— es destruir por completo
a todos los varones y a las mujeres que no sean vírgenes».
12
Entre los habitantes de Jabes de Galaad, encontraron a cuatrocientas muchachas vírgenes, que nunca se habían acostado con un hombre, y las llevaron al campamento en Silo, que está en la tierra de Canaán.
13
Así que la asamblea de Israel envió una delegación de paz a los hombres que habían quedado de Benjamín, y que estaban viviendo en la roca de Rimón.
14
Entonces los hombres de Benjamín volvieron a sus hogares y recibieron como esposas a las cuatrocientas mujeres de Jabes de Galaad, a quienes se les había perdonado la vida. Pero no hubo suficientes mujeres para todos los hombres.
15
El pueblo sintió lástima por Benjamín, porque el Señor
había dejado un vacío en las tribus de Israel.
16
A raíz de eso, los ancianos de la asamblea preguntaron: «¿Cómo podemos conseguir esposas para los pocos que quedan, ya que las mujeres de la tribu de Benjamín están muertas?
17
Los sobrevivientes deben tener herederos, para que no quede exterminada toda una tribu de Israel.
18
Pero no podemos darles a nuestras hijas en matrimonio porque hemos jurado solemnemente que quien lo haga caerá bajo la maldición de Dios».