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pero los hombres de Benjamín mataron a otros dieciocho mil israelitas, todos ellos expertos en el uso de la espada.
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Entonces todos los israelitas subieron a Betel y lloraron en presencia del Señor
, y ayunaron hasta la noche. También le llevaron al Señor
ofrendas quemadas y ofrendas de paz.
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Los israelitas fueron a buscar dirección del Señor
. (En esos días el arca del pacto de Dios estaba en Betel,
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y el sacerdote era Finees, hijo de Eleazar y nieto de Aarón). Los israelitas le preguntaron al Señor
:
—¿Debemos volver a pelear contra nuestros parientes de Benjamín o debemos detenernos?
El Señor
dijo:
—¡Vayan! Mañana se los entregaré.
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Entonces los israelitas armaron una emboscada alrededor de Guibeá.
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Salieron al tercer día, y tomaron sus posiciones en los mismos lugares que antes.
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Cuando los hombres de Benjamín salieron a atacar, fueron alejados de la ciudad. Y tal como habían hecho antes, comenzaron a matar a los israelitas. Unos treinta israelitas murieron en campo abierto y por los dos caminos, uno que lleva a Betel, y el otro que lleva de vuelta a Guibeá.
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Entonces los guerreros de Benjamín gritaron: «¡Los estamos derrotando igual que antes!»; pero los israelitas habían planeado huir de antemano, para que los hombres de Benjamín salieran a perseguirlos por los caminos y quedaran alejados de la ciudad.
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Cuando los guerreros israelitas llegaron a Baal-tamar, se dieron vuelta y tomaron sus posiciones de batalla. Mientras tanto, los israelitas que estaban escondidos en emboscada al occidente
de Guibeá salieron de repente a pelear.
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Sumaban diez mil los guerreros israelitas selectos que avanzaron contra Guibeá. El enfrentamiento fue tan intenso, que Benjamín no se dio cuenta del desastre que se avecinaba.
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Y el Señor
ayudó a Israel a derrotar a Benjamín, y ese día los israelitas mataron a veinticinco mil cien guerreros de Benjamín, todos expertos en el manejo de la espada.
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Entonces los hombres de Benjamín se dieron cuenta de que estaban vencidos.
Los israelitas habían retrocedido frente a los guerreros de Benjamín para que los que estaban escondidos en emboscada tuvieran más terreno para maniobrar contra Guibeá.
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Entonces los que estaban escondidos en los alrededores se lanzaron contra la ciudad y mataron a todos los habitantes.
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Habían acordado hacer una gran columna de humo desde la ciudad como señal.
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Cuando los israelitas vieron el humo, se dieron vuelta y atacaron a los guerreros de Benjamín.
Para entonces, los guerreros de Benjamín habían matado a unos treinta israelitas y gritaban: «¡Los estamos derrotando como en la primera batalla!».
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Pero cuando los guerreros de Benjamín miraron hacia atrás y vieron el humo que se elevaba al cielo desde todos los rincones de la ciudad,
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los hombres de Israel giraron y los atacaron. En ese instante, los hombres de Benjamín se aterrorizaron, porque se dieron cuenta de que se les venía el desastre encima.
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Así que dieron media vuelta y huyeron frente a los israelitas hacia el desierto. Pero no pudieron escapar de la batalla, y la gente que salió de las ciudades cercanas también pereció.
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Los israelitas cercaron a los hombres de Benjamín y los persiguieron sin tregua, hasta que por fin los alcanzaron al oriente de Guibeá.
44
Ese día murieron en batalla dieciocho mil de los guerreros más fuertes de Benjamín.
45
Los sobrevivientes huyeron al desierto, hacia la roca de Rimón, pero Israel mató a cinco mil de ellos a lo largo del camino. Los israelitas continuaron persiguiéndolos hasta que mataron a otros dos mil cerca de Guidom.