3
Mientras hablaba, los maestros de la ley religiosa y los fariseos le llevaron a una mujer que había sido sorprendida en el acto de adulterio; la pusieron en medio de la multitud.
4
«Maestro —le dijeron a Jesús—, esta mujer fue sorprendida en el acto de adulterio.
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La ley de Moisés manda apedrearla, ¿tú qué dices?».
6
Intentaban tenderle una trampa para que dijera algo que pudieran usar en su contra, pero Jesús se inclinó y escribió con el dedo en el polvo.
7
Como ellos seguían exigiéndole una respuesta, él se incorporó nuevamente y les dijo:
8
Luego volvió a inclinarse y siguió escribiendo en el polvo.
9
Al oír eso, los acusadores se fueron retirando uno tras otro, comenzando por los de más edad, hasta que quedaron sólo Jesús y la mujer en medio de la multitud.
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Entonces Jesús se incorporó de nuevo y le dijo a la mujer:
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—Ni uno, Señor —dijo ella.
—le dijo Jesús—.
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12
Jesús, la luz del mundo
Jesús habló una vez más al pueblo y dijo:
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Los fariseos respondieron:
—¡Tú haces esas declaraciones acerca de ti mismo! Un testimonio así no es válido.