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(Ya era casi el tiempo de la celebración de la Pascua judía).
5
Enseguida Jesús vio que una gran multitud venía a su encuentro. Dirigiéndose a Felipe, le preguntó:
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Lo estaba poniendo a prueba, porque Jesús ya sabía lo que iba a hacer.
7
Felipe contestó:
—¡Aunque trabajáramos meses enteros, no tendríamos el dinero suficiente
para alimentar a toda esta gente!
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Entonces habló Andrés, el hermano de Simón Pedro:
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«Aquí hay un muchachito que tiene cinco panes de cebada y dos pescados. ¿Pero de qué sirven ante esta enorme multitud?».
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Jesús dijo:
Así que todos se sentaron sobre la hierba, en las laderas. (Solo contando a los hombres sumaban alrededor de cinco mil).
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Luego Jesús tomó los panes, dio gracias a Dios y los distribuyó entre la gente. Después hizo lo mismo con los pescados. Y todos comieron cuanto quisieron.
12
Una vez que quedaron satisfechos, Jesús les dijo a sus discípulos:
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Entonces ellos juntaron las sobras y llenaron doce canastos con los restos que la multitud había dejado después de comer de los cinco panes de cebada.
14
La gente, al ver la señal milagrosa que Jesús
había hecho, exclamó: «¡No hay duda de que es el Profeta que esperábamos!»
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