7
Entonces el discípulo a quien Jesús amaba le dijo a Pedro: «¡Es el Señor!». Cuando Simón Pedro oyó que era el Señor, se puso la túnica (porque se la había quitado para trabajar), se tiró al agua y se dirigió hacia la orilla.
8
Los otros se quedaron en la barca y arrastraron la pesada red llena de pescados hasta la orilla, porque estaban solo a unos noventa metros
de la playa.
9
Cuando llegaron, encontraron el desayuno preparado para ellos: pescado a la brasa y pan.
10
dijo Jesús.
11
Así que Simón Pedro subió a la barca y arrastró la red hasta la orilla. Había 153 pescados grandes, y aun así la red no se había roto.
12
dijo Jesús. Ninguno de los discípulos se atrevió a preguntarle: «¿Quién eres?». Todos sabían que era el Señor.
13
Entonces Jesús les sirvió el pan y el pescado.
14
Esa fue la tercera vez que se apareció a sus discípulos después de haber resucitado de los muertos.
15
Después del desayuno, Jesús le preguntó a Simón Pedro:
—Sí, Señor —contestó Pedro—, tú sabes que te quiero.
—le dijo Jesús.
16
Jesús repitió la pregunta:
—Sí, Señor —dijo Pedro—, tú sabes que te quiero.
—dijo Jesús.
17
Le preguntó por tercera vez:
A Pedro le dolió que Jesús le dijera la tercera vez: «¿Me quieres?». Le contestó:
—Señor, tú sabes todo. Tú sabes que yo te quiero.
Jesús dijo: