2
Varios de sus discípulos se encontraban allí: Simón Pedro, Tomás (al que apodaban el Gemelo),
Natanael de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos.
3
Simón Pedro dijo:
—Me voy a pescar.
—Nosotros también vamos —dijeron los demás.
Así que salieron en la barca, pero no pescaron nada en toda la noche.
4
Al amanecer, Jesús apareció en la playa, pero los discípulos no podían ver quién era.
5
Les preguntó:
—No —contestaron ellos.
6
Entonces él dijo:
Ellos lo hicieron y no podían sacar la red por la gran cantidad de peces que contenía.
7
Entonces el discípulo a quien Jesús amaba le dijo a Pedro: «¡Es el Señor!». Cuando Simón Pedro oyó que era el Señor, se puso la túnica (porque se la había quitado para trabajar), se tiró al agua y se dirigió hacia la orilla.
8
Los otros se quedaron en la barca y arrastraron la pesada red llena de pescados hasta la orilla, porque estaban solo a unos noventa metros
de la playa.
9
Cuando llegaron, encontraron el desayuno preparado para ellos: pescado a la brasa y pan.
10
dijo Jesús.
11
Así que Simón Pedro subió a la barca y arrastró la red hasta la orilla. Había 153 pescados grandes, y aun así la red no se había roto.
12
dijo Jesús. Ninguno de los discípulos se atrevió a preguntarle: «¿Quién eres?». Todos sabían que era el Señor.