9
Llevó a Jesús de nuevo a la residencia oficial
y le preguntó: «¿De dónde eres?». Pero Jesús no le dio ninguna respuesta.
10
—¿Por qué no me hablas? —preguntó Pilato—. ¿No te das cuenta de que tengo poder para ponerte en libertad o para crucificarte?
11
Entonces Jesús le dijo:
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Entonces Pilato trató de poner en libertad a Jesús, pero los líderes judíos gritaron: «Si pones en libertad a ese hombre, no eres “amigo del César”
. Todo el que se proclama a sí mismo rey está en rebeldía contra el César».
13
Cuando dijeron eso, Pilato llevó de nuevo a Jesús ante el pueblo. Entonces Pilato se sentó en el tribunal, en la plataforma llamada el Empedrado (en hebreo,
).
14
Ya era el día de preparación para la Pascua, cerca del mediodía. Y Pilato dijo al pueblo:
«¡Miren, aquí tienen a su rey!».
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«¡Llévatelo! ¡Llévatelo! —gritaban—. ¡Crucifícalo!».
—¿Cómo dicen?, ¿qué yo crucifique a su rey? —preguntó Pilato.
—No tenemos otro rey más que el César —le contestaron a gritos los principales sacerdotes.
16
Entonces Pilato les entregó a Jesús para que lo crucificaran.
La crucifixión
Así que se llevaron a Jesús.
17
Él, cargando su propia cruz, fue al sitio llamado Lugar de la Calavera (en hebreo,
).
18
Allí lo clavaron en la cruz. También crucificaron a otros dos con él, uno a cada lado, y a Jesús, en medio.
19
Y Pilato colocó un letrero sobre la cruz, que decía: «Jesús de Nazaret,
el Rey de los judíos».