5
—A Jesús de Nazaret
—contestaron.
—dijo Jesús.
(Judas, el que lo traicionó, estaba con ellos).
6
Cuando Jesús dijo
¡todos retrocedieron y cayeron al suelo!
7
Una vez más les preguntó:
Y nuevamente ellos contestaron:
—A Jesús de Nazaret.
8
—dijo Jesús—,
9
Lo hizo para que se cumplieran sus propias palabras:
10
Entonces Simón Pedro sacó una espada y le cortó la oreja derecha a Malco, un esclavo del sumo sacerdote.
11
Pero Jesús le dijo a Pedro:
12
Jesús en la casa del sumo sacerdote
Así que los soldados, el oficial que los comandaba y los guardias del templo arrestaron a Jesús y lo ataron.
13
Primero lo llevaron ante Anás, el suegro de Caifás, quien era sumo sacerdote en ese momento.
14
Caifás era el que les había dicho a los otros líderes judíos: «Es mejor que muera un solo hombre por el pueblo».
15
Primera negación de Pedro
Simón Pedro y otro discípulo siguieron a Jesús. Ese otro discípulo conocía al sumo sacerdote, así que le permitieron entrar con Jesús al patio del sumo sacerdote.
16
Pedro tuvo que quedarse afuera, junto a la puerta. Entonces el discípulo que conocía al sumo sacerdote habló con la mujer que cuidaba la puerta, y ella dejó entrar a Pedro.
17
La mujer le preguntó a Pedro:
—¿No eres tú también uno de los discípulos de ese hombre?
—No —le contestó Pedro—, no lo soy.
18
Como hacía frío, los sirvientes de la casa y los guardias habían hecho una fogata con carbón. Estaban allí de pie, junto al fuego, calentándose, y Pedro estaba con ellos, también calentándose.
19
El sumo sacerdote interroga a Jesús
Adentro, el sumo sacerdote comenzó a interrogar a Jesús acerca de sus seguidores y de lo que les había estado enseñando.
20
Jesús contestó:
21
¿Por qué me haces a mí esa pregunta? Pregúntales a los que me oyeron, ellos saben lo que dije».
22
Entonces uno de los guardias del templo que estaba cerca le dio una bofetada a Jesús.
—¿Es esa la forma de responder al sumo sacerdote? —preguntó.
23
Jesús contestó:
24
Entonces Anás ató a Jesús y lo envió a Caifás, el sumo sacerdote.
25
Segunda y tercera negación de Pedro
Mientras tanto, como Simón Pedro seguía de pie junto a la fogata calentándose, volvieron a preguntarle:
—¿No eres tú también uno de sus discípulos?
—No lo soy —negó Pedro.