20
Les digo la verdad, ustedes llorarán y se lamentarán por lo que va a sucederme, pero el mundo se alegrará. Ustedes se lamentarán, pero su dolor se convertirá de pronto en una alegría maravillosa.
21
Será como una mujer que sufre dolores de parto, pero cuando nace su hijo, su angustia se transforma en alegría, porque ha traído una nueva vida al mundo.
22
Así que ahora ustedes tienen tristeza, pero volveré a verlos; entonces se alegrarán, y nadie podrá robarles esa alegría.
23
Ese día, no necesitarán pedirme nada. Les digo la verdad, le pedirán directamente al Padre, y él les concederá la petición, porque piden en mi nombre.
24
No lo han hecho antes. Pidan en mi nombre y recibirán y tendrán alegría en abundancia.
25
»He hablado de estos asuntos en lenguaje figurativo, pero pronto dejaré de hablar en sentido figurado y les contaré acerca del Padre con toda claridad.
26
Ese día pedirán en mi nombre. No digo que pediré al Padre de parte de ustedes,
27
ya que el Padre mismo los ama profundamente, porque ustedes me aman a mí y han creído que vine de Dios.
28
Es cierto, vine del Padre al mundo y ahora dejaré el mundo y volveré al Padre.
29
Entonces sus discípulos dijeron:
—Por fin hablas con claridad y no en sentido figurado.
30
Ahora entendemos que sabes todas las cosas y que no es necesario que nadie te pregunte nada. Por eso creemos que viniste de Dios.
31
—preguntó Jesús—.
32
Pero se acerca el tiempo —de hecho, ya ha llegado— cuando ustedes serán dispersados, cada uno se irá por su lado y me dejarán solo. Sin embargo, no estoy solo, porque el Padre está conmigo.
33
Les he dicho todo lo anterior para que en mí tengan paz. Aquí en el mundo tendrán muchas pruebas y tristezas; pero anímense, porque yo he vencido al mundo.