21
Pero los israelitas respondieron a Josué:
—¡Eso no! Nosotros serviremos al Señor
.
22
—Ustedes son testigos de su propia decisión —les dijo Josué—. Hoy han elegido servir al Señor
.
—Claro que sí —respondieron—, somos testigos de lo que dijimos.
23
—Muy bien —dijo Josué—, entonces destruyan los ídolos que tienen entre ustedes y entréguenle el corazón al Señor
, Dios de Israel.
24
Entonces los israelitas le dijeron a Josué:
—Serviremos al Señor
nuestro Dios. Lo obedeceremos solo a él.
25
Entonces, ese día en Siquem, Josué hizo un pacto con ellos, el cual los comprometía a seguir los decretos y las ordenanzas del Señor
.
26
Josué escribió todas esas cosas en el libro de instrucción de Dios. Como recordatorio del acuerdo, tomó una piedra enorme y la llevó rodando hasta debajo del árbol de terebinto que estaba junto al tabernáculo del Señor
.
27
Josué le dijo a todo el pueblo:
—Esta piedra escuchó todo lo que el Señor
nos dijo. Será un testigo en contra de ustedes si no cumplen lo que le prometieron a Dios.
28
Después Josué mandó que todo israelita regresara a su tierra, cada uno a su hogar.
29
Líderes enterrados en la Tierra Prometida
Después de eso, Josué, hijo de Nun y siervo del Señor
, murió a los ciento diez años de edad.
30
Lo enterraron en Timnat-sera, tierra que se le había asignado en la zona montañosa de Efraín, al norte del monte Gaas.
31
El pueblo de Israel sirvió al Señor
durante toda la vida de Josué y de los ancianos que murieron después de él, los cuales habían vivido en persona todo lo que el Señor
había hecho por Israel.
32
Los huesos de José —los cuales los israelitas llevaron consigo cuando salieron de Egipto— fueron enterrados en Siquem, en la porción de tierra que Jacob le había comprado a los hijos de Hamor por cien piezas de plata.
Esa tierra estaba situada en el territorio asignado a los descendientes de José.
33
Murió también Eleazar, hijo de Aarón. Fue enterrado en la zona montañosa de Efraín, en la ciudad de Guibeá, la cual se le había entregado a su hijo Finees.