16
Reúnan a toda la gente:
ancianos, niños y aun los bebés.
Llamen al novio de su habitación
y a la novia de su cuarto de espera.
17
Que los sacerdotes, quienes sirven en la presencia del Señor
,
se levanten y lloren entre la entrada del templo y el altar.
Que oren: “¡Perdona a tu pueblo, Señor
!
No permitas que tu preciada posesión se convierta en objeto de burla.
No dejes que lleguen a ser la burla de los extranjeros incrédulos que dicen:
“¿Los ha abandonado el Dios de Israel?”».
18
El Señor
promete restauración
Entonces el Señor
se compadecerá de su pueblo
y guardará celosamente el honor de su tierra.
19
El Señor
responderá:
«¡Miren!, les envío grano, vino nuevo y aceite de oliva,
suficiente para satisfacer sus necesidades.
Ya no serán objeto de burla
entre las naciones vecinas.
20
Expulsaré a esos ejércitos que vienen del norte.
Los enviaré a tierra árida y desolada.
Los que van a la vanguardia serán arrojados al mar Muerto,
y los de la retaguardia al Mediterráneo.
El hedor de sus cuerpos en descomposición se elevará sobre la tierra».
¡Realmente el Señor
ha hecho grandes cosas!
21
No temas, pueblo mío.
Alégrate ahora y regocíjate
porque el Señor
ha hecho grandes cosas.
22
No teman, animales del campo,
porque pronto los pastos del desierto recobrarán su verdor.
Los árboles volverán a colmarse de fruto;
las higueras y las vides se llenarán una vez más.
23
¡Alégrense, habitantes de Jerusalén!
¡Alégrense en el Señor
su Dios!
Pues la lluvia que él envía demuestra su fidelidad.
Volverán las lluvias de otoño,
así como las de primavera.
24
El grano volverá a amontonarse en los campos de trillar
y los lagares desbordarán de vino nuevo y aceite de oliva.
25
El Señor
dice: «Les devolveré lo que perdieron
a causa del pulgón, el saltamontes,
la langosta y la oruga.
Fui yo quién envió ese gran ejército destructor en contra de ustedes.
26
Volverán a tener toda la comida que deseen
y alabarán al Señor
su Dios,
que hace esos milagros para ustedes.
Nunca más mi pueblo será avergonzado.
27
Entonces sabrán que yo estoy en medio de mi pueblo Israel,
que yo soy el Señor
su Dios, y que no hay otro.
Nunca más mi pueblo será avergonzado.
28
El Señor
promete su Espíritu
»Entonces, después de hacer todas esas cosas,
derramaré mi Espíritu sobre toda la gente.
Sus hijos e hijas profetizarán.
Sus ancianos tendrán sueños
y sus jóvenes tendrán visiones.
29
En esos días derramaré mi Espíritu
aun sobre los sirvientes, hombres y mujeres por igual.
30
Y haré maravillas en los cielos y en la tierra:
sangre, fuego y columnas de humo.
31
El sol se oscurecerá
y la luna se pondrá roja como la sangre
antes de que llegue el grande y terrible
día del Señor
.
32
Pero todo el que invoque el nombre del Señor
será salvo;
pues algunos que están en el monte Sión en Jerusalén escaparán,
tal como el Señor
lo ha dicho.
Estos se contarán entre los sobrevivientes
a quienes el Señor
ha llamado.