16
Y aunque lo llamara y él me respondiera,
dudo que me preste atención.
17
Pues él me ataca con una tormenta
y vez tras vez me hiere sin motivo.
18
No me deja recobrar el aliento
sino que me llena de amargas tristezas.
19
Si es cuestión de fuerza, él es el fuerte,
y si de justicia, ¿quién se atreverá a llevarlo al tribunal?
20
Aunque soy inocente, mi boca me declararía culpable,
aunque soy intachable, la misma boca
demostraría que soy malvado.
21
»Soy inocente,
pero para mí no marca ninguna diferencia;
desprecio mi vida.
22
Inocente o perverso, para Dios es lo mismo,
por eso digo: “Él destruye tanto al intachable como al perverso”.
23
Cuando azota la plaga,
él se ríe de la muerte del inocente.
24
Toda la tierra está en manos de los malvados,
y Dios ciega los ojos de los jueces.
Si no es él quien lo hace, ¿entonces quién?
25
»Mi vida pasa más rápido que un corredor
y se va volando sin una pizca de felicidad;
26
desaparece como un barco veloz hecho de papiro,
como un águila que se lanza en picada sobre su presa.