3
A mí también me ha tocado vivir meses en vano,
largas y pesadas noches de miseria.
4
Tumbado en la cama, pienso: “¿Cuándo llegará la mañana?”;
pero la noche se alarga y doy vueltas hasta el amanecer.
5
Mi cuerpo está cubierto de gusanos y de costras;
se me abre la piel y supura pus.
6
Job clama a Dios
»Mis días pasan más rápido que la lanzadera de un telar
y terminan sin esperanza.
7
Oh, Dios, recuerda que mi vida es apenas un suspiro,
y nunca más volveré a ser feliz.
8
Ahora me ves, pero no será por mucho tiempo;
me buscarás, pero ya me habré ido.
9
Así como las nubes se disipan y se desvanecen,
los que mueren
ya no volverán.
10
Se han ido de su hogar para siempre
y jamás volverán a verlos.
11
»No puedo evitar hablar;
debo expresar mi angustia.
Mi alma llena de amargura debe quejarse.
12
¿Soy yo un monstruo marino o un dragón
para que me pongas bajo custodia?
13
Pienso: “Mi cama me dará consuelo,
y el sueño aliviará mi sufrimiento”;
14
pero entonces me destrozas con sueños
y me aterras con visiones.
15
Preferiría ser estrangulado;
mejor morir que sufrir así.
16
Odio mi vida y no quiero seguir viviendo.
Oh, déjame en paz durante los pocos días que me quedan.
17
»¿Qué son los seres humanos para que nos des tanta importancia,
para que pienses tanto en nosotros?
18
Pues nos examinas cada mañana
y nos pruebas a cada momento.
19
¿Por qué no me dejas en paz?,
¡al menos el tiempo suficiente para poder tragar!
20
Si he pecado, ¿qué te he hecho,
oh, vigilante de toda la humanidad?
¿Por qué me haces tu blanco?
¿Acaso te soy una carga?
21
¿Por qué mejor no perdonas mi pecado
y me quitas la culpa?
Pues pronto me acostaré en el polvo y allí moriré.
Cuando me busques, me habré ido».