4
Tú dijiste: “¡Escucha y yo hablaré!
Tengo algunas preguntas para ti
y tendrás que contestarlas”.
5
Hasta ahora solo había oído de ti,
pero ahora te he visto con mis propios ojos.
6
Me retracto de todo lo que dije,
y me siento en polvo y ceniza en señal de arrepentimiento».
7
Conclusión: el Señor
bendice a Job
Después de que el Señor
terminó de hablar con Job, le dijo a Elifaz el temanita: «Estoy enojado contigo y con tus dos amigos, porque no hablaron con exactitud acerca de mí, como lo hizo mi siervo Job.
8
Así que, tomen siete toros y siete carneros, vayan a mi siervo Job y ofrezcan una ofrenda quemada por ustedes mismos. Mi siervo Job orará, y yo aceptaré la oración a favor de ustedes. No los trataré como se merecen, a pesar de no haber hablado de mí con exactitud, como lo hizo mi siervo Job».
9
Así que Elifaz el temanita, Bildad el suhita y Zofar el naamatita, hicieron lo que el Señor
les mandó, y el Señor
aceptó la oración de Job.
10
Cuando Job oró por sus amigos, el Señor
le restauró su bienestar. Es más, ¡el Señor
le dio el doble de lo que antes tenía!
11
Entonces todos sus hermanos, hermanas y anteriores amigos vinieron y festejaron con él en su casa. Lo consolaron y lo alentaron por todas las pruebas que el Señor
había enviado en su contra; y cada uno de ellos le regaló dinero
y un anillo de oro.
12
Así que el Señor
bendijo a Job en la segunda mitad de su vida aún más que al principio. Pues ahora tenía catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes y mil burras.
13
Además dio a Job otros siete hijos y tres hijas.
14
Llamó a su primera hija Jemina, a la segunda Cesia y a la tercera Keren-hapuc.
15
En toda la tierra no había mujeres tan bellas como las hijas de Job, y su padre les dejó una herencia en su testamento junto con sus hermanos.
16
Después de esto, Job vivió ciento cuarenta años y pudo ver a cuatro generaciones de sus hijos y nietos.
17
Luego murió siendo muy anciano, después de vivir una vida larga y plena.