17
De noche, mis huesos se llenan de dolor
que me atormenta incesantemente.
18
Con mano fuerte, Dios me agarra de la camisa;
me toma del cuello de mi abrigo.
19
Me ha lanzado al barro;
no soy más que polvo y ceniza.
20
»Clamo a ti, oh Dios, pero no respondes;
estoy delante de ti, pero ni siquiera miras.
21
Te has vuelto cruel conmigo;
utilizas tu poder para atormentarme.
22
Me lanzas al torbellino
y me destruyes en la tormenta.
23
Y sé que me envías a la muerte,
el destino de todos los que viven.
24
»Por cierto que nadie se pondrá en contra del necesitado
cuando clama por ayuda en medio de su miseria.
25
¿No lloraba yo por los que estaban en apuros?
¿No me lamentaba profundamente por los necesitados?
26
Entonces busqué el bien, pero en su lugar me vino el mal.
Esperaba la luz, pero cayó la oscuridad.
27
Mi corazón está atribulado e inquieto;
me atormentan los días de sufrimiento.
28
Camino en penumbra, sin la luz del sol.
Clamo por ayuda en la plaza pública;
29
pero me consideran hermano de los chacales
y compañero de los búhos.
30
Mi piel se ha oscurecido,
y mis huesos arden de fiebre.
31
Mi arpa toca música triste,
y mi flauta acompaña a los que lloran.