10
Sus hijos mendigarán de los pobres
porque tendrán que devolver las riquezas que robaron.
11
A pesar de ser jóvenes
sus huesos yacerán en el polvo.
12
»Ellos disfrutaron del dulce sabor de la maldad,
dejando que se deshiciera bajo su lengua.
13
La saborearon,
dejándola mucho tiempo en la boca;
14
pero de repente, la comida en su estómago se vuelve ácida,
un veneno en su vientre.
15
Vomitarán la riqueza que se tragaron;
Dios no permitirá que la retengan.
16
Chuparán el veneno de cobras
y la víbora los matará.
17
Nunca más disfrutarán de las corrientes de aceite de oliva
ni de los ríos de leche y miel.
18
Devolverán todo lo que consiguieron con tanto esfuerzo;
su riqueza no les traerá alegría.
19
Pues oprimieron a los pobres y los dejaron sin nada;
se adueñaron de sus casas.
20
Estuvieron siempre llenos de avaricia y nunca quedaron satisfechos;
no queda nada de todo lo que soñaron.
21
Comen hasta hartarse pero después no les queda nada,
por eso, su prosperidad no perdurará.
22
»En medio de la abundancia, caerán en dificultades
y el sufrimiento se apoderará de ellos.
23
Que Dios les llene la vida de problemas;
que Dios haga llover su enojo sobre ellos.
24
Cuando intenten escapar de un arma de hierro,
una flecha de bronce los atravesará.
25
Cuando les arranquen la flecha de la espalda
la punta brillará con sangre.
El terror de la muerte los invade.
26
Sus tesoros serán lanzados a la más densa oscuridad.
Un fuego descontrolado devorará sus bienes,
y consumirá todo lo que les queda.
27
Los cielos pondrán al descubierto su culpa,
y la tierra testificará contra ellos.
28
La inundación arrasará con su casa;
el enojo de Dios descenderá en torrentes sobre ellos.
29
Esa es la recompensa que Dios da a los malvados;
es la herencia decretada por Dios».