10
Tú guiaste mi concepción
y me formaste en el vientre.
11
Me vestiste con piel y carne
y tejiste mis huesos junto con mis tendones.
12
Me diste vida y me mostraste tu amor inagotable,
y con tu cuidado preservaste mi vida.
13
»”Sin embargo, tu verdadero motivo
—tu verdadera intención—
14
era vigilarme y, si cometía pecado,
no perdonar mi culpa.
15
Si soy culpable, mala suerte para mí;
aun si soy inocente, no puedo mantener mi cabeza en alto
porque estoy lleno de vergüenza y sufrimiento.
16
Y si mantengo mi cabeza en alto, tú me persigues como un león
y despliegas contra mí tu imponente poder.
17
Una y otra vez testificas en mi contra;
derramas sobre mí tu creciente enojo
y desplazas tropas de relevo contra mí.
18
»”¿Por qué entonces me sacaste del vientre de mi madre?
¿Por qué no me dejaste morir al nacer?
19
Sería como si nunca hubiera existido;
habría ido directamente del vientre a la tumba.
20
Me quedan pocos días, así que déjame en paz
para que tenga un momento de consuelo
21
antes de irme —para nunca más volver—
a la tierra de oscuridad y penumbra absoluta.
22
Es una tierra tan oscura como la medianoche,
una tierra de penumbra y confusión
donde aun la luz es tan oscura como la medianoche”».