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Jeremías compra un terreno
Jeremías recibió el siguiente mensaje del Señor
en el décimo año del reinado de Sedequías,
rey de Judá. También era el año dieciocho del reinado de Nabucodonosor.
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Para entonces, Jerusalén estaba sitiada por el ejército babilónico y Jeremías estaba preso en el patio de la guardia del palacio real.
3
El rey Sedequías lo había puesto allí, y preguntaba por qué Jeremías seguía dando esta profecía: «Esto dice el Señor
: “Estoy a punto de entregar esta ciudad al rey de Babilonia, y él la tomará.
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El rey Sedequías será capturado por los babilonios
y llevado a encontrarse cara a cara con el rey de Babilonia.
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Él llevará a Sedequías a Babilonia y allí me ocuparé de él —dice el Señor
—. Si ustedes pelean contra los babilonios, no vencerán”».
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En ese tiempo el Señor
me envió un mensaje. Me dijo:
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«Tu primo Hanameel, hijo de Salum, vendrá y te dirá: “Compra mi terreno en Anatot. Por ley tienes derecho a comprarlo antes de que lo ofrezca a algún otro”».
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Entonces, así como el Señor
dijo que haría, mi primo Hanameel vino y me visitó en la cárcel. Me dijo: «Por favor, compra mi terreno en Anatot en la tierra de Benjamín. Por ley tienes el derecho de comprarlo antes de que lo ofrezca a algún otro, así que cómpralo para ti». Entonces supe que el mensaje que había oído era del Señor
.
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Así que compré el terreno en Anatot pagándole a Hanameel diecisiete piezas
de plata.
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Firmé y sellé la escritura de compra delante de testigos, pesé la plata y le pagué.
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Entonces tomé la escritura sellada y una copia de la escritura no sellada con los términos y condiciones de la compra,
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y se las di a Baruc, hijo de Nerías y nieto de Maaseías. Hice todo esto en presencia de mi primo Hanameel, de los testigos que firmaron la escritura y de todos los hombres de Judá que estaban allí en el patio de la guardia.
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Entonces le dije a Baruc mientras todos escuchaban: