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Jeremías condena a Hananías
Un día a fines del verano
del mismo año —el cuarto año del reinado de Sedequías, rey de Judá— Hananías, hijo de Azur, un profeta de Gabaón, se dirigió a mí públicamente en el templo mientras los sacerdotes y el pueblo escuchaban. Dijo:
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«Esto dice el Señor
de los Ejércitos Celestiales, Dios de Israel: “Quitaré del cuello de ustedes el yugo del rey de Babilonia.
3
Dentro de dos años traeré de regreso todos los tesoros del templo que el rey Nabucodonosor llevó a Babilonia.
4
También traeré de regreso a Joacim,
hijo de Joaquín, rey de Judá y a todos los demás cautivos que fueron llevados a Babilonia. Tengan por seguro que romperé el yugo que el rey de Babilonia ha puesto sobre sus cuellos. ¡Yo, el Señor
, he hablado!”».
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Jeremías le respondió a Hananías mientras estaban delante de los sacerdotes y de la gente presente en el templo.
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Le dijo: «¡Amén! ¡Que tus profecías se vuelvan realidad! Espero que el Señor
haga todo lo que tú dices. Espero que traiga de regreso los tesoros de este templo y a todos los cautivos;
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pero ahora presta atención a las palabras solemnes que te hablo en presencia de todas estas personas.
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Los profetas antiguos que nos precedieron hablaron en contra de muchas naciones y advirtieron siempre la llegada de guerra, desastre y enfermedad.
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Así que el profeta que predice paz debe demostrar que está en lo correcto. Solamente cuando sus predicciones se cumplan podremos saber que el Señor
lo ha enviado».
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Entonces el profeta Hananías quitó el yugo del cuello de Jeremías y lo hizo pedazos.
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Y Hananías dijo nuevamente a la multitud que se había reunido: «Esto dice el Señor
: “Así como este yugo ha sido roto, dentro de dos años romperé el yugo de opresión de todas las naciones ahora sometidas al rey Nabucodonosor de Babilonia”». Después de eso, Jeremías se fue de la zona del templo.
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Poco tiempo después de la confrontación con Hananías, el Señor
le dio a Jeremías este mensaje:
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«Ve y dile a Hananías: “Esto dice el Señor
: ‘Tú has quebrado un yugo de madera, pero lo has reemplazado con un yugo de hierro.
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El Señor
de los Ejércitos Celestiales, Dios de Israel, dice: he puesto un yugo de hierro en el cuello de todas estas naciones, y las he sometido a la esclavitud del rey Nabucodonosor de Babilonia. He puesto todo bajo su control, incluso los animales salvajes’”».
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Entonces el profeta Jeremías le dijo a Hananías: «¡Escucha, Hananías! El Señor
no te ha enviado, pero el pueblo cree tus mentiras.