23
Se la di a Dedán, a Tema, a Buz y a la gente que vive en lugares remotos.
24
Se la di a los reyes de Arabia, a los reyes de las tribus nómadas del desierto
25
y a los reyes de Zimri, Elam y Media.
26
Se la di a los reyes de los países del norte, lejanos y cercanos, uno tras otro, es decir a todos los reinos del mundo. Finalmente, el mismo rey de Babilonia
bebió de la copa del enojo del Señor
.
27
Entonces el Señor
me dijo: «Ahora diles: “Esto dice el Señor
de los Ejércitos Celestiales, Dios de Israel: ‘Beban de la copa de mi enojo. Emborráchense y vomiten; caigan para nunca más levantarse, porque envío guerras terribles contra ustedes’”.
28
Ahora bien, si se niegan a aceptar la copa, diles: “El Señor
de los Ejércitos Celestiales dice: ‘No les queda más que beberla.
29
He comenzado a castigar a Jerusalén, la ciudad que lleva mi nombre. ¿Acaso los dejaría a ustedes sin castigo? No, no escaparán del desastre. Enviaré guerra contra todas las naciones de la tierra. ¡Yo, el Señor
de los Ejércitos Celestiales, he hablado!’”.
30
»Ahora, profetiza todas estas cosas y diles:
»“El Señor
rugirá contra su propia tierra
desde su santa morada en el cielo.
Él gritará como los que pisan las uvas;
gritará contra todos los habitantes de la tierra.
31
Su grito de juicio llegará hasta los confines de la tierra,
porque el Señor
presentará su caso contra todas las naciones.
Él juzgará a todos los habitantes de la tierra,
y matará con la espada a los perversos.
¡Yo, el Señor
, he hablado!”».
32
Esto dice el Señor
de los Ejércitos Celestiales:
«¡Miren! ¡Nación tras nación sufrirá calamidades!
¡Se está levantando un gran torbellino de furia
desde los rincones más distantes de la tierra!».
33
En aquel día, los que el Señor
haya masacrado llenarán la tierra de un extremo a otro. Nadie llorará por ellos ni juntará sus cuerpos para enterrarlos. Estarán esparcidos sobre el suelo como estiércol.