20
¡Abran sus ojos y vean los ejércitos
que bajan marchando desde el norte!
¿Dónde está tu rebaño
—tu hermoso rebaño—
que él te encargó cuidar?
21
¿Qué dirás cuando el Señor
tome a los aliados con los que cultivaste una relación
y los designe como tus gobernantes?
¡Se apoderarán de ti punzadas de angustia
como una mujer en dolores de parto!
22
Quizá te preguntes:
«¿Por qué me sucede todo esto?».
¡Se debe a tus muchos pecados!
Por eso los ejércitos invasores
te desnudaron y te violaron.
23
¿Acaso puede un etíope
cambiar el color de su piel?
¿Puede un leopardo quitarse sus manchas?
Tampoco ustedes pueden comenzar a hacer el bien
porque siempre han hecho lo malo.
24
«Los dispersaré como la paja
que es arrastrada por el viento del desierto.
25
Esta es tu asignación,
la porción que te he dado —dice el Señor
—,
porque ustedes me han olvidado
y han puesto su confianza en dioses falsos.
26
Yo mismo te desnudaré
y te expondré a la vergüenza.
27
He visto tu adulterio y tu pasión sexual,
y tu asquerosa adoración de ídolos en los campos y sobre las colinas.
¡Qué aflicción te espera, Jerusalén!
¿Cuánto falta para que seas pura?».