19
Mi herida es profunda
y grande mi dolor.
Mi enfermedad es incurable,
pero debo soportarla.
20
Mi casa está destruida,
y no queda nadie que me ayude a reconstruirla.
Se llevaron a mis hijos,
y nunca volveré a verlos.
21
Los pastores de mi pueblo han perdido la razón.
Ya no buscan la sabiduría del Señor
.
Por lo tanto, fracasan completamente
y sus rebaños andan dispersos.
22
¡Escuchen! Oigan el terrible rugir de los ejércitos poderosos
mientras avanzan desde el norte.
Las ciudades de Judá serán destruidas
y se convertirán en guarida de chacales.
23
Oración de Jeremías
Yo sé, Señor
, que nuestra vida no nos pertenece;
no somos capaces de planear nuestro propio destino.
24
Así que corrígeme, Señor
, pero, por favor, sé tierno;
no me corrijas con enojo porque moriría.
25
Derrama tu ira sobre las naciones que se niegan a reconocerte,
sobre los pueblos que no invocan tu nombre.
Pues han devorado a tu pueblo Israel;
lo han devorado y consumido
y han hecho de la tierra un desierto desolado.