7
No le den descanso al Señor
hasta que termine su obra,
hasta que haga de Jerusalén el orgullo de toda la tierra.
8
El Señor
le ha jurado a Jerusalén por su propia fuerza:
«Nunca más te entregaré a tus enemigos;
nunca más vendrán guerreros extranjeros
para llevarse tu grano y tu vino nuevo.
9
Ustedes cultivaron el grano, y ustedes lo comerán,
alabando al Señor
.
Dentro de los atrios del templo,
ustedes mismos beberán el vino que prensaron».
10
¡Salgan por las puertas!
¡Preparen la carretera para el regreso de mi pueblo!
Emparejen el camino, saquen las rocas
y levanten una bandera para que la vean todas las naciones.
11
El Señor
ha enviado el siguiente mensaje a cada país:
«Díganle al pueblo de Israel:
“Miren, ya viene su Salvador.
Vean, él trae consigo su recompensa”».
12
Serán llamados «El pueblo santo»
y «El pueblo redimido por el Señor
».
Y Jerusalén será conocida como «El lugar deseable»
y «La ciudad ya no abandonada».