3
Pues pronto estarás llena a rebosar;
tus descendientes ocuparán otras naciones
y repoblarán las ciudades en ruinas.
4
»No temas, ya no vivirás avergonzada.
No tengas temor, no habrá más deshonra para ti.
Ya no recordarás la vergüenza de tu juventud
ni las tristezas de tu viudez.
5
Pues tu Creador será tu marido;
¡el Señor
de los Ejércitos Celestiales es su nombre!
Él es tu Redentor, el Santo de Israel,
el Dios de toda la tierra.
6
Pues el Señor
te llamó para que te libres de tu dolor,
como si fueras una esposa joven abandonada por su marido
—dice tu Dios—.
7
Por un breve instante te abandoné,
pero con gran compasión te recibiré de nuevo.
8
En un estallido de enojo aparté de ti mi rostro por un poco de tiempo.
Pero con amor eterno tendré compasión de ti
—dice el Señor
, tu Redentor—.
9
»Así como juré en tiempos de Noé
que nunca más permitiría que un diluvio cubra la tierra,
ahora también juro
que nunca más me enojaré contigo ni te castigaré.
10
Pues las montañas podrán moverse
y las colinas desaparecer,
pero aun así mi fiel amor por ti permanecerá;
mi pacto de bendición nunca será roto
—dice el Señor
, que tiene misericordia de ti—.
11
»¡Oh ciudad azotada por las tormentas,
atribulada y desolada!
Te reconstruiré con joyas preciosas
y haré tus cimientos de lapislázuli.
12
Haré tus torres de rubíes relucientes,
tus puertas de gemas brillantes
y tus muros de piedras preciosas.
13
Yo les enseñaré a todos tus hijos,
y ellos disfrutarán de una gran paz.