2
»¿Quién ha incitado a ese rey del oriente,
llamándolo en justicia para el servicio de Dios?
¿Quién le da victoria a ese hombre sobre muchas naciones
y permite que pisotee a los reyes?
Con su espada, reduce a polvo a los ejércitos
y con su arco los esparce como la paja ante el viento.
3
Los persigue y avanza seguro,
aunque pisa terreno desconocido.
4
¿Quién ha hecho obras tan poderosas,
llamando a cada nueva generación desde el principio del tiempo?
Soy yo, el Señor
, el Primero y el Último;
únicamente yo lo soy».
5
Las tierras más allá del mar observan con temor;
las tierras lejanas tiemblan y se movilizan para la guerra.
6
Los fabricantes de ídolos se alientan unos a otros
y se dicen: «¡Sé fuerte!».
7
El escultor anima al orfebre,
y el que hace moldes colabora en el yunque.
«Muy bien —dicen—, está quedando bien».
Con cuidado juntan las piezas,
después sujetan el ídolo para que no se caiga.
8
«Pero en cuanto a ti, Israel, mi siervo,
Jacob, a quien he escogido,
descendiente de mi amigo Abraham,
9
te he llamado desde los confines de la tierra,
diciéndote: “Eres mi siervo”.
Pues te he escogido
y no te desecharé.
10
No tengas miedo, porque yo estoy contigo;
no te desalientes, porque yo soy tu Dios.
Te daré fuerzas y te ayudaré;
te sostendré con mi mano derecha victoriosa.
11
»¿Ves? Todos tus furiosos enemigos están allí tendidos,
confundidos y humillados.
Todo el que se te oponga morirá
y quedará en la nada.
12
Buscarás en vano
a los que trataron de conquistarte.
Los que te ataquen
quedarán en la nada.