2
Así es, habrá abundancia de flores,
de cantos y de alegría.
Los desiertos se pondrán tan verdes como los montes del Líbano,
tan bellos como el monte Carmelo o la llanura de Sarón.
Allí el Señor
manifestará su gloria,
el esplendor de nuestro Dios.
3
Con esta noticia, fortalezcan a los que tienen cansadas las manos,
y animen a los que tienen débiles las rodillas.
4
Digan a los de corazón temeroso:
«Sean fuertes y no teman,
porque su Dios viene para destruir a sus enemigos;
viene para salvarlos».
5
Y cuando él venga, abrirá los ojos de los ciegos
y destapará los oídos de los sordos.
6
El cojo saltará como un ciervo,
y los que no pueden hablar ¡cantarán de alegría!
Brotarán manantiales en el desierto
y corrientes regarán la tierra baldía.
7
El suelo reseco se convertirá en laguna
y los manantiales de agua saciarán la tierra sedienta.
Crecerán las hierbas de pantano, las cañas y los juncos
donde antes vivían los chacales del desierto.
8
Un gran camino atravesará esa tierra, antes vacía;
se le dará el nombre de Carretera de la Santidad.
Los de mente malvada nunca viajarán por ella.
Será solamente para quienes anden por los caminos de Dios;
los necios nunca andarán por ella.
9
Los leones no acecharán por esa ruta,
ni ninguna otra bestia feroz.
No habrá ningún otro peligro;
solo los redimidos andarán por ella.
10
Regresarán los que han sido rescatados por el Señor
;
entrarán cantando a Jerusalén,
coronados de gozo eterno,
estarán llenos de regocijo y de alegría;
desaparecerán el luto y la tristeza.