11
Entre las murallas de la ciudad construyen un estanque
para el agua de la cisterna vieja.
Sin embargo, nunca piden ayuda a Aquel que hizo todo esto.
Nunca tuvieron en cuenta a Aquel que lo planificó hace mucho tiempo.
12
En ese día, el Señor, el Señor
de los Ejércitos Celestiales,
los llamó a llorar y a lamentarse.
Les dijo que se raparan la cabeza en señal de dolor por sus pecados
y que usaran ropa de tela áspera para expresar su remordimiento.
13
En cambio, ustedes bailan y juegan;
matan reses y ovejas;
comen carne y beben vino.
Y dicen: «¡Comamos y bebamos,
que mañana moriremos!».
14
El Señor
de los Ejércitos Celestiales me ha revelado lo siguiente: «Hasta el día en que mueran, nunca se les perdonará este pecado». Ese es el juicio del Señor, el Señor
de los Ejércitos Celestiales.
15
Mensaje para Sebna
Esto me dijo el Señor, el Señor
de los Ejércitos Celestiales: «Enfréntate a Sebna, el administrador del palacio, y dale este mensaje:
16
»¿Quién te crees que eres,
y qué haces aquí,
construyéndote una hermosa sepultura,
un monumento en lo alto de la roca?
17
Pues el Señor
está a punto de arrojarte lejos, hombre poderoso.
Te agarrará,
18
te arrugará y hará de ti una bola
y te lanzará a una tierra árida y distante.
Allí morirás,
y tus gloriosos carros de guerra quedarán rotos e inútiles.
¡Eres una vergüenza para tu amo!
19
»Sí, te sacaré de tu puesto —dice el Señor
—, te derribaré de tu elevada posición.
20
Y entonces llamaré a mi siervo Eliaquim, hijo de Hilcías, para que te reemplace.
21
Lo vestiré con tus vestiduras reales y le daré tu título y tu autoridad. Y será un padre para el pueblo de Jerusalén y de Judá.