6
Hemos oído hablar del soberbio Moab,
de su orgullo, de su arrogancia y de su furia;
pero todo su alarde ha desaparecido.
7
Toda la tierra de Moab llora;
sí, todos se lamentan en Moab
por los pasteles de pasas de Kir-hareset.
Ya no queda ninguno.
8
Las granjas de Hesbón están abandonadas;
los viñedos de Sibma están desiertos.
Los gobernantes de las naciones han quebrantado a Moab,
esa vid tan hermosa.
Sus zarcillos se extendían hacia el norte hasta la ciudad de Jazer
y trepaban hacia el oriente hasta entrar en el desierto.
Sus sarmientos se extendían tan lejos hacia el occidente
que cruzaban por encima del mar Muerto.
9
Así que ahora lloro por Jazer y por los viñedos de Sibma;
mis lágrimas correrán por Hesbón y Eleale.
Ya no hay gritos de júbilo
por sus frutos de verano y sus cosechas.
10
Se acabó la alegría;
desapareció el gozo de la cosecha.
No habrá cantos en los viñedos
ni más gritos felices,
ni se pisarán las uvas en los lagares.
Yo puse fin a la alegría por sus cosechas.
11
El clamor de mi corazón por Moab es como el lamento de un arpa;
estoy lleno de angustia por Kir-hareset.
12
El pueblo de Moab rendirá culto en sus santuarios paganos,
pero no le servirá de nada.
Clamará a los dioses en sus templos,
pero nadie lo podrá salvar.
13
El Señor
ya ha dicho estas cosas acerca de Moab en el pasado.
14
Pero ahora, el Señor
dice: «Dentro de tres años, contando cada día,
se acabará la gloria de Moab. De su gran población, solo unos cuantos de su pueblo quedarán vivos».