2
«Levanta una bandera de señales en la cumbre descubierta de una colina;
llama al ejército contra Babilonia.
Hazles señas con la mano para darles ánimo
mientras marchan hacia los palacios de los grandes y poderosos.
3
Yo, el Señor
, he consagrado a estos soldados para realizar esta tarea.
Es cierto, he llamado a guerreros poderosos para que manifiesten mi enojo,
y ellos se alegrarán cuando yo sea exaltado».
4
¡Oigan el ruido que hay en los montes!
¡Escuchen, mientras marchan los enormes ejércitos!
Es el ruido y el griterío de muchas naciones.
El Señor
de los Ejércitos Celestiales ha convocado a este ejército.
5
Vienen desde países distantes,
desde más allá de los horizontes lejanos.
Son las armas del Señor
para descargar su enojo;
con ellas destruirá toda la tierra.
6
Griten de terror, porque ha llegado el día del Señor
,
el momento para que el Todopoderoso destruya.
7
Todos los brazos están paralizados de temor,
cada corazón se derrite
8
y todos se aterran.
Les sobrevendrán punzadas de angustia,
como las de una mujer que está de parto.
Se miran unos a otros sin poder hacer nada,
con el rostro encendido de miedo.
9
Pues miren, el día del Señor
ya viene,
el día terrible de su furia y de su ira feroz.
La tierra quedará desolada,
y con ella los pecadores serán destruidos.
10
Los cielos se pondrán negros sobre ellos;
las estrellas no darán luz.
El sol estará oscuro cuando salga
y la luna no iluminará.
11
«Yo, el Señor
, castigaré al mundo por su maldad
y a los perversos por su pecado.
Aplastaré la arrogancia de los soberbios
y humillaré el orgullo de los poderosos.
12
Haré que la gente sea más escasa que el oro;
más escasa que el oro fino de Ofir.