52
¡Mencionen a un profeta a quien sus antepasados no hayan perseguido! Hasta mataron a los que predijeron la venida del Justo, el Mesías a quien ustedes traicionaron y asesinaron.
53
Deliberadamente desobedecieron la ley de Dios, a pesar de que la recibieron de manos de ángeles.
54
Los líderes judíos se enfurecieron por la acusación de Esteban y con rabia le mostraban los puños;
55
pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, fijó la mirada en el cielo, y vio la gloria de Dios y vio a Jesús de pie en el lugar de honor, a la derecha de Dios.
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Y les dijo: «¡Miren, veo los cielos abiertos y al Hijo del Hombre de pie en el lugar de honor, a la derecha de Dios!».
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Entonces ellos se taparon los oídos con las manos y empezaron a gritar. Se lanzaron sobre él,
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lo arrastraron fuera de la ciudad y comenzaron a apedrearlo. Sus acusadores se quitaron las túnicas y las pusieron a los pies de un joven que se llamaba Saulo.
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Mientras lo apedreaban, Esteban oró: «Señor Jesús, recibe mi espíritu».
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Cayó de rodillas gritando: «¡Señor, no los culpes por este pecado!». Dicho eso, murió.