40
Le dijeron a Aarón: “Haznos unos dioses que puedan guiarnos, porque no sabemos qué le ha pasado a este Moisés, quien nos sacó de Egipto”.
41
De manera que hicieron un ídolo en forma de becerro, le ofrecieron sacrificios y festejaron ese objeto que habían hecho.
42
Entonces Dios se apartó de ellos y los abandonó, ¡para que sirvieran a las estrellas del cielo como sus dioses! En el libro de los profetas está escrito:
“Israel, ¿acaso era a mí a quien traías sacrificios y ofrendas
durante esos cuarenta años en el desierto?
43
No, tú llevaste a tus propios dioses paganos,
el santuario de Moloc,
la estrella de tu dios Refán
y las imágenes que hiciste a fin de rendirles culto.
Por eso te mandaré al destierro,
tan lejos como Babilonia”
.
44
»Nuestros antepasados llevaron el tabernáculo
con ellos a través del desierto. Lo construyeron según el plan que Dios le había mostrado a Moisés.
45
Años después, cuando Josué dirigió a nuestros antepasados en las batallas contra las naciones que Dios expulsó de esta tierra, el tabernáculo fue llevado con ellos al nuevo territorio. Y permaneció allí hasta los tiempos del rey David.
46
»David obtuvo el favor de Dios y pidió tener el privilegio de construir un templo permanente para el Dios de Jacob.
47
Aunque en realidad, fue Salomón quien lo construyó.
48
Sin embargo, el Altísimo no vive en templos hechos por manos humanas. Como dice el profeta:
49
“El cielo es mi trono
y la tierra es el estrado de mis pies.
¿Podrían acaso construirme un templo tan bueno como ese?
—pregunta el Señor
—.
¿Podrían construirme un lugar de descanso así?
50
¿Acaso no fueron mis manos las que hicieron el cielo y la tierra?”
.