13
pero nadie más se atrevía a unirse a ellos, aunque toda la gente los tenía en alta estima.
14
Sin embargo, cada vez más personas —multitudes de hombres y mujeres— creían y se acercaban al Señor.
15
Como resultado del trabajo de los apóstoles, la gente sacaba a los enfermos a las calles en camas y camillas para que la sombra de Pedro cayera sobre algunos de ellos cuando él pasaba.
16
Multitudes llegaban desde las aldeas que rodeaban a Jerusalén y llevaban a sus enfermos y a los que estaban poseídos por espíritus malignos,
y todos eran sanados.
17
Los apóstoles enfrentan oposición
El sumo sacerdote y sus funcionarios, que eran saduceos, se llenaron de envidia.
18
Arrestaron a los apóstoles y los metieron en la cárcel pública;
19
pero un ángel del Señor llegó de noche, abrió las puertas de la cárcel y los sacó. Luego les dijo:
20
«¡Vayan al templo y denle a la gente este mensaje de vida!».
21
Así que, al amanecer, los apóstoles entraron en el templo como se les había dicho, y comenzaron a enseñar de inmediato.
Cuando llegaron el sumo sacerdote y sus funcionarios, convocaron al Concilio Supremo,
es decir, a toda la asamblea de los ancianos de Israel. Luego mandaron a sacar a los apóstoles de la cárcel para llevarlos a juicio;
22
pero cuando los guardias del templo llegaron a la cárcel, los hombres ya no estaban. Entonces regresaron al Concilio y dieron el siguiente informe:
23
«La cárcel estaba bien cerrada, los guardias estaban afuera en sus puestos, pero cuando abrimos las puertas, ¡no había nadie!».