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Los apóstoles sanan a muchos
Los apóstoles hacían muchas señales milagrosas y maravillas entre la gente. Y todos los creyentes se reunían con frecuencia en el templo, en el área conocida como el Pórtico de Salomón;
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pero nadie más se atrevía a unirse a ellos, aunque toda la gente los tenía en alta estima.
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Sin embargo, cada vez más personas —multitudes de hombres y mujeres— creían y se acercaban al Señor.
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Como resultado del trabajo de los apóstoles, la gente sacaba a los enfermos a las calles en camas y camillas para que la sombra de Pedro cayera sobre algunos de ellos cuando él pasaba.
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Multitudes llegaban desde las aldeas que rodeaban a Jerusalén y llevaban a sus enfermos y a los que estaban poseídos por espíritus malignos,
y todos eran sanados.
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Los apóstoles enfrentan oposición
El sumo sacerdote y sus funcionarios, que eran saduceos, se llenaron de envidia.
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Arrestaron a los apóstoles y los metieron en la cárcel pública;
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pero un ángel del Señor llegó de noche, abrió las puertas de la cárcel y los sacó. Luego les dijo:
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«¡Vayan al templo y denle a la gente este mensaje de vida!».
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Así que, al amanecer, los apóstoles entraron en el templo como se les había dicho, y comenzaron a enseñar de inmediato.
Cuando llegaron el sumo sacerdote y sus funcionarios, convocaron al Concilio Supremo,
es decir, a toda la asamblea de los ancianos de Israel. Luego mandaron a sacar a los apóstoles de la cárcel para llevarlos a juicio;
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pero cuando los guardias del templo llegaron a la cárcel, los hombres ya no estaban. Entonces regresaron al Concilio y dieron el siguiente informe: