8
Crispo, el líder de la sinagoga, y todos los de su casa creyeron en el Señor. Muchos otros en Corinto también escucharon a Pablo, se convirtieron en creyentes y fueron bautizados.
9
Una noche, el Señor le habló a Pablo en una visión y le dijo:
10
Pues yo estoy contigo, y nadie te atacará ni te hará daño, porque mucha gente de esta ciudad me pertenece».
11
Así que Pablo se quedó allí un año y medio enseñando la palabra de Dios.
12
Cuando Galión llegó a ser gobernador de Acaya, unos judíos se levantaron contra Pablo y lo llevaron ante el gobernador para juzgarlo.
13
Acusaron a Pablo de «persuadir a la gente a adorar a Dios en formas contrarias a nuestra ley».
14
Pero justo cuando Pablo comenzó a defenderse, Galión se dirigió a los acusadores de Pablo y dijo: «Escuchen, ustedes judíos, si aquí hubiera alguna fechoría o un delito grave, yo tendría una razón para aceptar el caso;
15
pero dado que es solo un asunto de palabras y nombres, y de su ley judía, resuélvanlo ustedes mismos. Me niego a juzgar tales asuntos».
16
Así que los expulsó de la corte.
17
Entonces la multitud
agarró a Sóstenes, el líder de la sinagoga, y lo golpeó allí mismo en la corte; pero Galión no le dio a eso ninguna importancia.
18
Pablo regresa a Antioquía de Siria
Después Pablo se quedó en Corinto un tiempo más, luego se despidió de los hermanos y fue a Cencrea, que quedaba cerca. Allí se rapó la cabeza según la costumbre judía en señal de haber cumplido un voto. Después se embarcó hacia Siria y llevó a Priscila y a Aquila con él.