6
pero cuando ellos se opusieron y lo insultaron, Pablo se sacudió el polvo de su ropa y dijo: «La sangre de ustedes está sobre sus propias cabezas; yo soy inocente. De ahora en adelante iré a predicar a los gentiles
».
7
Entonces salió de allí y fue a la casa de Ticio Justo, un gentil que adoraba a Dios y que vivía al lado de la sinagoga.
8
Crispo, el líder de la sinagoga, y todos los de su casa creyeron en el Señor. Muchos otros en Corinto también escucharon a Pablo, se convirtieron en creyentes y fueron bautizados.
9
Una noche, el Señor le habló a Pablo en una visión y le dijo:
10
Pues yo estoy contigo, y nadie te atacará ni te hará daño, porque mucha gente de esta ciudad me pertenece».
11
Así que Pablo se quedó allí un año y medio enseñando la palabra de Dios.
12
Cuando Galión llegó a ser gobernador de Acaya, unos judíos se levantaron contra Pablo y lo llevaron ante el gobernador para juzgarlo.
13
Acusaron a Pablo de «persuadir a la gente a adorar a Dios en formas contrarias a nuestra ley».
14
Pero justo cuando Pablo comenzó a defenderse, Galión se dirigió a los acusadores de Pablo y dijo: «Escuchen, ustedes judíos, si aquí hubiera alguna fechoría o un delito grave, yo tendría una razón para aceptar el caso;
15
pero dado que es solo un asunto de palabras y nombres, y de su ley judía, resuélvanlo ustedes mismos. Me niego a juzgar tales asuntos».
16
Así que los expulsó de la corte.