16
Ahora bien, cuando alguien deja un testamento,
es necesario comprobar que la persona que lo hizo ha muerto.
17
El testamento sólo entra en vigencia después de la muerte de la persona. Mientras viva el que lo hizo, el testamento no puede entrar en vigencia.
18
Por eso, aun el primer pacto fue puesto en vigencia con la sangre de un animal.
19
Pues después de que Moisés había leído cada uno de los mandamientos de Dios a todo el pueblo, tomó la sangre de los becerros y las cabras
junto con agua, y roció tanto el libro de la ley de Dios como a todo el pueblo con ramas de hisopo y lana de color escarlata.
20
Entonces dijo: «Esta sangre confirma el pacto que Dios ha hecho con ustedes»
.
21
De la misma manera roció con la sangre el tabernáculo y todo lo que se usaba para adorar a Dios.
22
De hecho, según la ley de Moisés, casi todo se purificaba con sangre porque sin derramamiento de sangre no hay perdón.
23
Por esa razón, el tabernáculo y todo lo que en él había —que eran copias de las cosas del cielo— debían ser purificados mediante la sangre de animales; pero las cosas verdaderas del cielo debían ser purificadas mediante sacrificios superiores a la sangre de animales.
24
Pues Cristo no entró en un lugar santo hecho por manos humanas, que era solo una copia del verdadero, que está en el cielo. Él entró en el cielo mismo para presentarse ahora delante de Dios a favor de nosotros;
25
y no entró en el cielo para ofrecerse a sí mismo una y otra vez, como lo hace el sumo sacerdote aquí en la tierra, que entra en el Lugar Santísimo año tras año con la sangre de un animal.
26
Si eso hubiera sido necesario, Cristo tendría que haber sufrido la muerte una y otra vez, desde el principio del mundo; pero ahora, en el fin de los tiempos,
Cristo se presentó una sola vez y para siempre para quitar el pecado mediante su propia muerte en sacrificio.