14
Pero Jacob cruzó sus brazos cuando los extendió para poner sus manos sobre la cabeza de los muchachos: es decir, puso su mano derecha sobre la cabeza de Efraín —aunque él era el menor— y su mano izquierda sobre la cabeza de Manasés, que era el hijo mayor.
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Luego bendijo a José con las siguientes palabras:
«Que el Dios delante del cual caminaron
mi abuelo Abraham y mi padre Isaac
—el Dios que ha sido mi pastor
toda mi vida, hasta el día de hoy,
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el Ángel que me ha salvado de todo mal—
bendiga a estos muchachos.
Que ellos preserven mi nombre
y el nombre de Abraham y de Isaac.
Y que su descendencia se multiplique en gran manera
por toda la tierra».
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Pero José se molestó cuando vio que su padre puso la mano derecha sobre la cabeza de Efraín. Entonces José se la levantó para pasarla de la cabeza de Efraín a la cabeza de Manasés.
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—No, padre mío —le dijo—. Este es el hijo mayor; pon tu mano derecha sobre su cabeza.
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Pero su padre se negó a hacerlo.
—Ya lo sé, hijo mío, lo sé —respondió él—. Manasés también llegará a ser un gran pueblo, pero su hermano menor será aún más grande y de su descendencia se formarán una multitud de naciones.
20
Así que, aquel día, Jacob bendijo a los muchachos con esta bendición: «El pueblo de Israel usará el nombre de ustedes cuando impartan una bendición. Dirán: “Que Dios los haga tan prósperos como a Efraín y a Manasés”». De esta manera, Jacob puso a Efraín antes de Manasés.
21
Entonces Jacob le dijo a José:
—Mira, yo estoy a punto de morir, pero Dios estará contigo y te llevará de regreso a Canaán, la tierra de tus antepasados.
22
Y además de lo que les he dado a tus hermanos, te doy a ti una porción adicional de la tierra
que tomé de los amorreos con mi espada y con mi arco.