21
»Usted nos dijo: “Tráiganlo aquí para que lo vea con mis propios ojos”.
22
Pero nosotros le dijimos a usted: “Mi señor, el muchacho no puede dejar a su padre, porque su padre moriría”.
23
Pero usted nos dijo: “A menos que su hermano menor venga con ustedes, nunca más volverán a ver mi rostro”.
24
»Entonces regresamos a la casa de su siervo, nuestro padre, y le dijimos lo que usted nos había dicho.
25
Tiempo después, cuando él nos dijo que regresáramos a comprar más alimento,
26
le respondimos: “No podemos ir a menos que permitas que nuestro hermano menor nos acompañe. Nunca llegaremos a ver el rostro del hombre a menos que nuestro hermano menor esté con nosotros”.
27
»Entonces mi padre nos dijo: “Como ya saben, mi esposa tuvo dos hijos,
28
y uno de ellos se fue y nunca más regresó. Sin duda, fue despedazado por algún animal salvaje, y no he vuelto a verlo.
29
Si ahora alejan de mí a su hermano y él sufre algún daño, ustedes mandarán a la tumba
a este hombre entristecido y canoso”.
30
»Y ahora, mi señor, no puedo regresar a la casa de mi padre sin el muchacho. La vida de nuestro padre está ligada a la vida del muchacho.
31
Si nuestro padre ve que el muchacho no está con nosotros, morirá. Nosotros, sus siervos, ciertamente seremos responsables de haber enviado a la tumba a ese hombre entristecido y canoso.