2
He oído que hay grano en Egipto. Desciendan a Egipto y compren suficiente grano para que sigamos con vida. De no ser así, moriremos».
3
Entonces los diez hermanos mayores de José descendieron a Egipto a comprar grano;
4
pero Jacob no dejó que el hermano menor de José, Benjamín, fuera con ellos, por temor a que pudiera sufrir algún daño.
5
Así que los hijos de Jacob
llegaron a Egipto junto con otras personas para comprar alimento, porque el hambre también había llegado a Canaán.
6
Como José era gobernador de Egipto y estaba encargado de vender el grano a todas las personas, sus hermanos tuvieron que acudir a él. Cuando llegaron, se inclinaron delante de él, con el rostro en tierra.
7
José reconoció a sus hermanos enseguida, pero fingió no conocerlos y les habló con dureza.
—Ustedes, ¿de dónde vienen? —les preguntó.
—De la tierra de Canaán —contestaron—. Venimos a comprar alimento.
8
Aunque José reconoció a sus hermanos, ellos no lo reconocieron a él.
9
Entonces recordó los sueños que había tenido acerca de ellos hacía muchos años atrás, y les dijo:
—¡Ustedes son espías! Han venido para ver lo vulnerable que se ha hecho nuestra tierra.
10
—¡No, mi señor! —exclamaron—. Sus siervos han venido simplemente a comprar alimento.
11
Todos nosotros somos hermanos, miembros de la misma familia. ¡Somos hombres honrados, señor! ¡No somos espías!
12
—¡Sí, lo son! —insistió José—. Han venido para ver lo vulnerable que se ha hecho nuestra tierra.