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Entonces Labán declaró: «Este montículo de piedras quedará como testimonio para recordarnos el pacto que hemos hecho hoy». Esto explica por qué ese lugar fue llamado Galaad: «montículo del testimonio»,
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pero también se le llamó Mizpa (que significa «torre de vigilancia»), pues Labán dijo: «Que el Señor
nos vigile a los dos para cerciorarse de que guardemos este pacto cuando estemos lejos el uno del otro.
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Si tú maltratas a mis hijas o te casas con otras mujeres, Dios lo verá aunque nadie más lo vea. Él es testigo de este pacto entre nosotros.
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»Mira este montículo de piedras —continuó Labán— y mira esta columna conmemorativa que he levantado entre nosotros.
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Están entre tú y yo como testigos de nuestros votos. Yo nunca cruzaré este montículo de piedras para hacerte daño, y tú nunca debes cruzar estas piedras o esta columna conmemorativa para hacerme daño.
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Invoco al Dios de nuestros antepasados —el Dios de tu abuelo Abraham y el Dios de mi abuelo Nacor— para que sea juez entre nosotros».
Entonces Jacob juró, delante del temible Dios de su padre Isaac,
respetar la línea fronteriza.
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Luego Jacob ofreció un sacrificio a Dios allí en el monte e invitó a todos a un banquete para celebrar el pacto. Después de comer, pasaron la noche en el monte.
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Labán se levantó temprano a la mañana siguiente, besó a sus nietos y a sus hijas, y los bendijo. Después se marchó y regresó a su casa.