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No había brillo en los ojos de Lea,
pero Raquel tenía una hermosa figura y una cara bonita.
18
Ya que Jacob estaba enamorado de Raquel, le dijo a su padre:
—Trabajaré para ti siete años si me entregas como esposa a Raquel, tu hija menor.
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—¡De acuerdo! —respondió Labán—. Prefiero entregártela a ti que a cualquier otro. Quédate y trabaja para mí.
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Así que Jacob trabajó siete años para obtener a Raquel; pero su amor por ella era tan fuerte que le parecieron unos pocos días.
21
Finalmente llegó el momento de casarse con ella. «He cumplido mi parte del acuerdo —le dijo Jacob a Labán—. Ahora entrégame a mi esposa para acostarme con ella».
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Entonces Labán invitó a toda la gente de los alrededores y preparó una fiesta de bodas;
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pero aquella noche, cuando estaba oscuro, Labán tomó a Lea y se la entregó a Jacob, y él durmió con ella.
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(Labán le había dado a Lea una sierva, Zilpa, para que la atendiera).
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A la mañana siguiente, cuando Jacob se despertó, ¡vio que era Lea!
—¿Qué me has hecho? —le dijo a Labán con furia—. ¡He trabajado siete años por Raquel! ¿Por qué me has engañado?
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—Aquí no es nuestra costumbre casar a la hija menor antes que a la mayor —contestó Labán—,
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pero espera hasta que termine la semana nupcial y entonces te daré también a Raquel, siempre y cuando prometas trabajar para mí otros siete años.