5
Entonces el Señor
me dijo: «Hijo de hombre, mira hacia el norte». Así que miré hacia el norte y, junto a la entrada de la puerta que está cerca del altar, estaba el ídolo que tanto había provocado los celos del Señor
.
6
«Hijo de hombre —me dijo—, ¿ves lo que hacen? ¿Ves los pecados detestables que cometen los israelitas para sacarme de mi templo? ¡Pero ven y verás pecados aún más detestables que estos!».
7
Luego me llevó a la puerta del atrio del templo, donde pude ver un hueco en el muro.
8
Me dijo: «Ahora, hijo de hombre, cava en el muro». Entonces cavé en el muro y hallé una entrada escondida.
9
«¡Entra —me dijo—, y mira los pecados perversos y detestables que cometen ahí!».
10
Entonces entré y vi las paredes grabadas con toda clase de reptiles y criaturas detestables. También vi los diversos ídolos
a los que rendía culto el pueblo de Israel.
11
Allí había de pie setenta líderes de Israel y en el centro estaba Jaazanías, hijo de Safán. Todos tenían en la mano un recipiente para quemar incienso y de cada recipiente se elevaba una nube de incienso por encima de sus cabezas.
12
Entonces el Señor
me dijo: «Hijo de hombre, ¿has visto lo que los líderes de Israel hacen con sus ídolos en los rincones oscuros? Dicen: “¡El Señor
no nos ve; él ha abandonado nuestra tierra!”».
13
Entonces el Señor
agregó: «¡Ven y te mostraré pecados aún más detestables que estos!».
14
Así que me llevó a la puerta norte del templo del Señor
; allí estaban sentadas algunas mujeres, sollozando por el dios Tamuz.
15
«¿Has visto esto? —me preguntó—. ¡Pero te mostraré pecados aún más detestables!».