6
Me preguntó: «Hijo de hombre, ¿has estado observando?». Después me llevó de regreso por la orilla del río.
7
Al volver, me sorprendió ver muchos árboles que crecían a ambos lados del río.
8
Entonces me dijo: «Este río fluye hacia el oriente, atraviesa el desierto y desemboca en el valle del mar Muerto.
Esta corriente hará que las aguas saladas del mar Muerto se vuelvan puras y dulces.
9
Vivirán cantidad de criaturas vivientes por donde llegue el agua de este río. Abundarán los peces en el mar Muerto, pues sus aguas se volverán dulces. Florecerá la vida a donde llegue esta agua.
10
Habrá pescadores a lo largo de las costas del mar Muerto. Desde En-gadi hasta En-eglaim, toda la costa estará cubierta de redes secándose al sol. El mar Muerto se llenará de toda clase de peces, igual que en el Mediterráneo;
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pero los pantanos y las ciénagas no se purificarán, quedarán salados.
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A ambas orillas del río crecerá toda clase de árboles frutales. Sus hojas nunca se marchitarán ni caerán y sus ramas siempre tendrán fruto. Cada mes darán una nueva cosecha, pues se riegan con el agua del río que fluye del templo. Los frutos servirán para comer, y las hojas se usarán para sanar».
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Límites para la tierra
Esto dice el Señor
Soberano: «La tierra para las doce tribus de Israel se dividirá de la siguiente manera: los descendientes de José recibirán dos porciones de tierra.
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Las demás tribus recibirán partes iguales. Yo juré solemnemente que daría esta tierra a los antepasados de ustedes y ahora pasará a sus manos como posesión.
15
»Estos son los límites de la tierra: el límite norte irá desde el mar Mediterráneo hacia Hetlón, luego seguirá por Lebo-hamat hasta Zedad
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y de allí se extenderá a Berota y Sibraim, que están en la frontera entre Damasco y Hamat, y finalmente hacia Hazar-haticón, en la frontera con Haurán.