4
Llénala con trozos selectos de carne:
de cadera, de lomo
y de los cortes más tiernos.
5
Usa solo las mejores ovejas del rebaño
y amontona leña en el fuego, debajo de la olla.
Hierve el contenido de la olla,
y cocina los huesos junto con la carne.
6
»”Ahora bien, esto dice el Señor
Soberano:
¡qué aflicción le espera a Jerusalén,
ciudad de asesinos!
Ella es una olla de cocina
cuya corrupción no puede limpiarse.
Saca los trozos de carne al azar,
porque ningún pedazo es mejor que otro.
7
Pues la sangre de sus homicidios
quedó salpicada en las rocas.
¡Ni siquiera se derramó en el suelo
donde el polvo podría cubrirla!
8
Así que yo salpicaré su sangre en una roca
para que todos vean
una expresión de mi enojo
y mi venganza contra ella.
9
»”Esto dice el Señor
Soberano:
¡Qué aflicción le espera a Jerusalén,
ciudad de asesinos!
Yo mismo amontonaré leña debajo de ella.
10
¡Sí, échale más leña!
Que ardan las llamas para que hierva la olla.
Cocina la carne con muchas especias
y después quema los huesos.
11
Luego deja la olla vacía sobre los carbones encendidos.
¡Que se caliente al rojo vivo!
Que se quemen la inmundicia y la corrupción.
12
Pero es un caso perdido;
la corrupción no puede limpiarse.
Así que échala al fuego.
13
Tu impureza es tu lascivia
y la corrupción fruto de tu idolatría.
Yo traté de limpiarte,
pero tú te negaste.
Ahora quedarás en tu inmundicia
hasta que sacie mi furia contra ti”.
14
»¡Yo, el Señor
, he hablado! Ha llegado la hora y no me contendré. No cambiaré de parecer ni tendré compasión de ti. Serás juzgada por tus acciones perversas, dice el Señor
Soberano».