23
Pues los babilonios vendrán con todos los caldeos de Pecod, de Soa y de Coa. Junto con ellos llegarán todos los asirios, esos jóvenes y apuestos capitanes, comandantes, oficiales de carros de guerra y demás oficiales de alto rango, cada uno montado a caballo.
24
Todos ellos vendrán contra ti desde el norte
con carros de guerra, carretas y un gran ejército preparado para atacar. Tomarán posiciones de batalla por todas partes y te rodearán de hombres armados con escudos y yelmos. Yo te entregaré a ellos para castigarte, a fin de que hagan contigo lo que quieran.
25
Descargaré sobre ti el enojo de mis celos y ellos te tratarán con dureza. Te cortarán la nariz y las orejas, y a los sobrevivientes los matarán a espada. Se llevarán a tus hijos cautivos y quemarán todo lo que quede.
26
Te arrancarán tus hermosas ropas y joyas.
27
De ese modo pondré fin a la lascivia y a la prostitución que trajiste de Egipto. Nunca más tus ojos anhelarán aquellas cosas ni recordarás con nostalgia tus días en Egipto.
28
»Pues esto dice el Señor
Soberano: ciertamente te entregaré a tus enemigos, a esos que detestas, a quienes rechazaste.
29
Te tratarán con odio, te robarán todo lo que tienes y te dejarán completamente desnuda. Tu vergonzosa prostitución quedará a la vista de todo el mundo.
30
Tú misma te provocaste todo esto al prostituirte con otras naciones y contaminarte con todos sus ídolos.
31
Por haber seguido los pasos de tu hermana, te obligaré a beber de la misma copa de terror que ella bebió.
32
»Sí, esto dice el Señor
Soberano:
»Beberás de la copa de terror de tu hermana,
una copa grande y profunda,
que está llena hasta el borde
de burla y de desprecio.
33
Te llenarás de borrachera y angustia,
pues tu copa rebosa de aflicción y desolación;
es la misma copa que bebió tu hermana, Samaria.
34
Beberás toda esa copa de terror
hasta la última gota.
Luego la romperás en pedazos
y te golpearás el pecho en señal de angustia.
¡Yo, el Señor
Soberano, he hablado!
35
»Y porque te olvidaste de mí y me diste la espalda, esto dice el Señor
Soberano: tendrás que sufrir las consecuencias de toda tu lascivia y de tu prostitución».
36
El Señor
juzga a las dos hermanas
El Señor
me dijo: «Hijo de hombre, debes acusar a Aholá y Aholibá de todos sus pecados detestables.
37
Ellas han cometido adulterio y homicidio: adulterio al rendir culto a ídolos y homicidio al quemar en sacrificio a los hijos que me habían dado.
38
¡Además, contaminaron mi templo y profanaron mi día de descanso!
39
¡El mismo día que ofrecieron a sus hijos en sacrificio a ídolos, se atrevieron a venir a mi templo para adorar! Entraron y contaminaron mi casa.
40
»Ustedes, hermanas, enviaron mensajeros a tierras lejanas para conseguir hombres. Cuando ellos llegaron, ustedes se bañaron, se pintaron los párpados y se pusieron sus mejores joyas para recibirlos.
41
Se sentaron junto a ellos en un sofá con hermosos bordados y pusieron mi incienso y mi aceite especial sobre una mesa servida ante ustedes.
42
Desde su habitación llegaba el ruido de muchos hombres en plena juerga. Eran hombres lujuriosos y borrachos
provenientes del desierto, que les pusieron brazaletes en las muñecas y hermosas coronas sobre la cabeza.
43
Entonces dije: “Si realmente quieren tener sexo con prostitutas viejas y estropeadas como estas, ¡que lo hagan!”.