20
para que obedezcan mis decretos y ordenanzas. Entonces, verdaderamente serán mi pueblo y yo seré su Dios.
21
Sin embargo, a todos los que añoren las imágenes repugnantes y los ídolos detestables, les daré su merecido por sus pecados. ¡Yo, el Señor
Soberano, he hablado!».
22
La gloria del Señor
abandona a Jerusalén
Luego los querubines desplegaron las alas y se elevaron por el aire con las ruedas junto a ellos y la gloria del Dios de Israel se sostenía en el aire por encima de ellos.
23
Entonces la gloria del Señor
se levantó de la ciudad y se detuvo sobre la montaña que está al oriente.
24
Después el Espíritu de Dios me llevó de regreso a Babilonia,
al pueblo desterrado. Así terminó la visión de mi visita a Jerusalén.
25
Entonces les relaté a los desterrados todo lo que el Señor
me había mostrado.