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Ester era hija de Abihail, tío de Mardoqueo. (Mardoqueo había adoptado como hija a su prima menor, Ester). Cuando a Ester le llegó el turno de ser llevada ante el rey, ella siguió el consejo de Hegai, el eunuco encargado del harén. No pidió nada aparte de lo que él le sugirió, y todos los que la veían, la admiraban.
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Llevaron a Ester ante el rey Jerjes, en el palacio real, a comienzos del invierno
del séptimo año de su reinado.
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Y el rey amó a Ester más que a todas las demás jóvenes. Estaba tan encantado con ella que le puso la corona real sobre la cabeza y la declaró reina en lugar de Vasti.
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Para celebrar la ocasión, ofreció un gran banquete en honor de Ester a todos sus nobles y funcionarios, decretó día de fiesta para las provincias y entregó generosos regalos a todos.
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Aun después de que todas las jóvenes fueron trasladadas al segundo harén
y Mardoqueo fue designado oficial del palacio,
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Ester siguió manteniendo en secreto su trasfondo familiar y su nacionalidad. Todavía seguía los consejos de Mardoqueo, tal como cuando vivía en su casa.
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La lealtad de Mardoqueo hacia el rey
Cierto día, mientras Mardoqueo estaba de guardia en la puerta del rey, dos de los eunucos del rey, Bigtana
y Teres —guardias que custodiaban la entrada a las habitaciones privadas del rey— se enojaron con el rey Jerjes y conspiraron para asesinarlo;
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pero Mardoqueo se enteró del complot y le pasó la información a la reina Ester. Entonces ella se lo contó al rey y le dio el crédito a Mardoqueo por la noticia.
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Cuando se hizo la investigación y se confirmó que lo que decía Mardoqueo era cierto, los dos hombres fueron atravesados con un poste afilado. Todo el suceso quedó registrado en