2
Luego Secanías, hijo de Jehiel, descendiente de Elam, le dijo a Esdras: «Hemos sido infieles a nuestro Dios, porque nos hemos casado con mujeres paganas de esta tierra; pero a pesar de esto, hay esperanza para Israel.
3
Hagamos ahora un pacto con nuestro Dios mediante el cual nos divorciaremos de nuestras esposas paganas y las echaremos de aquí junto con sus hijos. Seguiremos tu consejo y el de los demás que respetan los mandatos de nuestro Dios. Que se haga todo de acuerdo con la ley de Dios.
4
Levántate, porque es tu deber decirnos cómo debemos proceder para arreglar esta situación. Nosotros te respaldamos, por lo tanto, sé fuerte y actúa».
5
Entonces Esdras se puso de pie y exigió que los jefes de los sacerdotes, los levitas y todo el pueblo de Israel juraran que harían lo que dijo Secanías. Así que todos hicieron un juramento solemne.
6
Luego Esdras se retiró de la parte delantera del templo de Dios y fue a la habitación de Johanán, hijo de Eliasib. Pasó la noche
allí sin comer ni beber nada. Seguía en duelo a causa de la infidelidad de los que habían regresado del destierro.
7
Luego se proclamó por todo el territorio de Judá y en Jerusalén que todos los desterrados debían presentarse en Jerusalén.
8
Si los jefes y los ancianos así lo decidían, los que no acudieran en el plazo de tres días perderían el derecho a todas sus propiedades y serían expulsados de la asamblea de los desterrados.
9
En el plazo de tres días, todo el pueblo de Judá y de Benjamín se reunió en Jerusalén. La asamblea tuvo lugar el 19 de diciembre,
y todos los israelitas estaban sentados en la plaza, frente al templo de Dios. Temblaban por la seriedad del asunto y también porque estaba lloviendo.
10
Entonces Esdras, el sacerdote, se puso de pie y les dijo:
—Ustedes han cometido un pecado terrible; al casarse con mujeres paganas, han aumentado la culpa de Israel.
11
Por lo tanto, confiesen ahora su pecado al Señor
, Dios de sus antepasados, y hagan lo que él exige. Apártense de los habitantes de esta tierra y sepárense de esas mujeres paganas.
12
Entonces toda la asamblea levantó la voz y respondió:
—¡Sí, tienes razón; debemos hacer lo que tú dices!