24
y me dijeron: “Mira, el Señor
nuestro Dios nos ha mostrado su gloria y su grandeza, y hemos oído su voz salir de en medio del fuego. Hoy comprobamos que Dios puede hablar con los seres humanos, ¡pero aun así seguimos con vida!
25
Sin embargo, ¿para qué arriesgarnos otra vez a morir? Si el Señor
nuestro Dios vuelve a hablarnos, seguramente moriremos y seremos consumidos por ese imponente fuego.
26
¿Puede algún ser vivo oír la voz del Dios viviente que sale de en medio del fuego —como la oímos nosotros— y seguir con vida?
27
Ve tú y escucha lo que dice el Señor
nuestro Dios. Luego ven a contarnos todo lo que él te diga, y nosotros escucharemos y obedeceremos”.
28
»El Señor
oyó la petición que me hicieron y dijo: “He oído todo lo que los israelitas te dijeron, y tienen razón.
29
¡Oh, si siempre tuvieran un corazón así, si estuvieran dispuestos a temerme y a obedecer todos mis mandatos! Entonces siempre les iría bien a ellos y a sus descendientes.
30
Ve y diles: ‘Regresen a sus carpas’.
31
Pero tú quédate aquí conmigo, para que te dé todos mis mandatos, decretos y ordenanzas. Enséñaselos al pueblo, para que los obedezcan en la tierra que les doy como posesión”».
32
Así que Moisés le dijo al pueblo: «Asegúrense de obedecer todos los mandatos del Señor
su Dios y de seguir sus instrucciones al pie de la letra.
33
Manténganse en el camino que el Señor
su Dios les ordenó que siguieran. Entonces tendrán una vida larga y les irá bien en la tierra donde están a punto de entrar y que van a poseer.